Tulsa

Concierto celebrado en el café El Búho Real de Madrid, el jueves 30 de diciembre de 2010.

Miren Iza (el cerebro de Tulsa)

Segunda vez en en algo menos de dos meses que voy a un concierto de «Tulsa». De nuevo, acompañado por una de mis amigas, con las que ya fuera a ver su actuación en el Teatro Lara (y que asegura no haber dicho nada indecente de Miren; que conste).

Para la ocasión, y teniendo en cuenta las reducidas dimensiones del local, el formato del concierto es más íntimo de lo normal. Lo cierto es que ha sido una gozada poder escuchar aquí a Russian Red, Anni B. Sweet o Zahara; en un contexto que parece el más adecuado para su estilo (aunque yo estuve en el concierto de Lourdes en el Teatro Calderón hace un año, y no podría objetarle nada aunque quisiese: ¡soberbio!). La única pega es que me obliga a sacrificar un concierto de Alondra Bentley en La Escalera de Jacob. ¡Rrrr! ¡Y eso que ya me las perdí, a ella y a Lourdes, el lunes, en el tributo a Bowie!

Bueno: que nos desviamos. En esta ocasión, Miren actúa acompañada únicamente por Charlie Bautista a los teclados y, ocasionalmente, a una improvisada percusión. El «set list» del concierto está basado fundamentalmente en temas de su último trabajo, «Espera la Pálida» (2009), que se suceden a lo largo de hora y media aproximadamente.

Sin el sonido de la batería y las segundas guitarras, los temas suenan aún más emotivos y descarnados. Si bien el sonido no es tan bueno como en el Lara (donde era portentoso), las canciones ganan en intensidad emocional, en intimidad y crudeza, ayudadas también por la sobriedad instrumental.

Comienza el concierto con «Algo Ha Cambiado Para Siempre», en una versión mucho más calmada que el disco, Siguen «El Duelo»,»Alguien Viene A Por lo Suyo», «Te Ofrecí»… La primera anécdota viene a la hora de interpretar «Matxixako». En la introducción, Miren anuncia que el tema está dedicado al último farero ¡cuyo nombre no logra recordar! La interpretación es magnífica. Para mí, la mejor y más sentida del concierto. Transmite una tremenda emoción con cada verso.

La segunda anécdota viene durante la interpretación de «A Mis Brazos», en el último tramo del concierto. Durante una prolongada pausa, casi al final del tema, a Miren y Charlie les entra la risa y son incapaces de continuar. Cuando logran reponerse, concluyen la última estrofa entre un gran y comprensivo aplauso. En ese momento, a mi amiga y a mí nos pasa por la cabeza la idea de cómo habría raccionado Nick Cave en una situación semejante. Casi lo mejor para saberlo sea echarle un vistazo al artículo dedicado a John Hillcoat, un poco más abajo. Y no debimos ser los únicos: detrás de nosotros alguien tarareaba «Into My Arms».

Quizá se echaron en falta temas como «Araña», pero, por lo demás, completo e íntimo repaso a su tristísimo y depresivo album. De nuevo: una obra maestra que refleja la soledad, la culpa, la frustración y hasta la muerte con una pasmosa y certera naturalidad, que las hace emocionantes sin necesidad de grandilocuencia; que a veces, adolece de unas letras un tanto forzadas y unos esquemas melódicos similares, pero que se ven sobradamente compensados con una emoción sincera y cruda, que en directos como este se muestra tal cual es. Y te ha gustado… pero sales hecho polvo.

Miren Iza (Tulsa)

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